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NOTAS DE PRENSA

Los diez grandes retos de la auditoría del siglo XXI

Serán necesarios nuevos modelos diferenciados de información financiera y nuevos campos de aplicación de esta práctica

El auditor del siglo XXI deberá ser más tecnológico y estar abierto a una regulación distinta según el tipo de empresa 

 

La crisis económica ha evidenciado la necesidad de afrontar nuevos cambios en la actividad de los auditores. A pesar de tratarse de una las profesiones más reguladas y controladas en el mundo, todavía existen importantes retos pendientes. Los profesionales del sector asumen que deberán mejorar su perfil tecnológico y adaptar su actividad a una regulación diferenciada por tipo de empresa, según las principales conclusiones del Informe “El futuro de la Auditoría”, elaborado por Grant Thornton y una de las mayores asociaciones internacionales de auditores, la ACCA (Association of Chartered Certified Accounts).

Estas dos entidades han analizado el estado de la Auditoría en siete regiones del mundo, concluyendo que, en países sin una larga tradición auditora, la visión predominante es que se trata de una actividad esencial para sostener e incrementar el crecimiento económico. En cambio, en los países donde la auditoría está más asentada, predomina la idea de que debe evolucionar y que, aunque es relevante para el funcionamiento del mercado, sin embargo, serán necesarios nuevos modelos diferenciados de información financiera y nuevos campos de aplicación de la auditoría.

Por ello, “los auditores tendrán que actualizar su rango de habilidades para responder a estos nuevos retos creados por unas expectativas sobre la profesión que han crecido significativamente”, según valora Gemma Soligó, socia de Auditoría y Directora de esta práctica profesional en Grant Thornton.

 Claves de la auditoría y auditor del siglo XXI

Teniendo en cuenta todas las conclusiones analizadas por Grant Thornton y la ACCA, los grandes retos a asumir serán:

1.- Conectividad global

El entorno de la profesión auditora está cambiando. La investigación realizada por Grant Thornton y la ACCA ha identificado la conectividad global, la inteligencia artificial y los nuevos medios de comunicación como los principales motores que moldearan la profesión durante la próxima década. Estos cambios requerirán una mayor necesidad de seguridad, en general, y de auditoría, en particular.

2.- Cambios en expectativas

Las expectativas están cambiando y los usuarios quieren mayor información sobre el contexto en que se realiza la revisión. Asimismo, reclaman mayor transparencia por parte de las compañías, particularmente en cuanto a lo que se refiere a información financiera, la sostenibilidad, por ejemplo, y todo aquello relativo a la visión de futuro de la empresa.

3.- Mayor demanda en países en desarrollo

En los países en desarrollo, la auditoría será un instrumento vital para generar confianza en los negocios y generar un crecimiento económico sostenible. El futuro de la auditoría en estas regiones se concibe centrado en la búsqueda de calidad consistente y de una mayor eficiencia del proceso auditor para las compañías, los usuarios y los propios auditores.

4.- Romper barreras en países desarrollados

Los informes podrían incluir información de interés para otro tipo de usuarios, realizarse de manera más rápida y sobre un campo informativo más amplio que el actual de manera que incluyeran información no financiera y de contexto. Pero al mismo tiempo, los profesionales y las firmas querrían asegurarse de que su responsabilidad resulta proporcional al pago que reciben. Tradicionalmente tanto los costes como la responsabilidad han sido barreras para la reforma. 

5.- Auditores tecnológicos a tiempo real

Las auditorías tienen que adaptarse a la era digital. Los auditores deben ser más sagaces en cuanto a la manera de realizar las auditorías y de usar la tecnología. En este sentido, uno de los grandes retos a los que se enfrentarán estos profesionales será la necesidad de adecuar los informes a la flexibilidad y al acceso a los datos en tiempo real que permite actualmente la tecnología frente a la perspectiva de un ciclo anual que resulta demasiado lento para el contexto de hoy en día. De hecho, los Consejos de Administración de las compañías ya están reclamando más información en tiempo real que incluya cierto nivel de garantía, aunque para otros profesionales esto plantea un nuevo riesgo, como es ofrecer una visión cortoplacista de los negocios frente a la creación de valor a largo plazo. No obstante, la innovación tiene que venir de la profesión y no del regulador.

6.- Más especialización

Ante la complejidad de las actividades empresariales, los expertos aseguran que se necesitan más especialistas en los equipos de auditorías en diferentes materias y mejor integrados entre ellos. Desde ingenieros, geólogos, informáticos, analistas de datos y estadísticas, hasta psicólogos.

7.- Auditorías menos reactivas

Entre las preocupaciones del sector destacan la lentitud del cambio, el carácter excesivamente reactivo de las auditorías y el énfasis en el cumplimiento por encima de la utilidad. Esto presenta un nuevo reto a los auditores; cómo atender las necesidades de los usuarios sin comprometer la independencia que constituye el núcleo de sus estándares profesionales.

8.- Orientados al interés del cliente

La profesión tiene que estar preparada para cambiar de manera significativa respecto a las necesidades de sus clientes y responder a las mismas de forma diferenciada. Los bancos, como proveedores de financiación, por ejemplo, usan la información de manera diferente a los inversores de capital. Los auditores tienen que saber predecir las discordancias entre lo que quiere el mercado, lo que necesitan las compañías que quieren cotizar y lo que permite el regulador. Los accionistas reclaman que les proporcionen mayor valor añadido, sin embargo, ello requiere que un mayor conocimiento de la empresa y una mayor implicación de la dirección de las compañías con el auditor.

9.- Apertura a las regulaciones específicas

En la Unión Europea, por ejemplo, los legisladores están exigiendo a los auditores que vayan más allá del tradicional alcance de la auditoría de estados financieros históricos en las empresas cotizadas. Algunos auditores cuestionan la validez de un solo conjunto de normas para todo tipo de entidades. Se  deberían distinguir entre compañías cotizadas, no cotizadas, grandes, pequeñas y medianas, y que tendrían que ser los distintos países quienes aplicaran los distintos parámetros de obligatoriedad según el tipo de entidad.

La consistencia de los estándares resulta importante para las empresas internacionales y se debe reconocer la diversidad de los estadios evolutivos en los que se encuentra la auditoría en los diferentes países.

Los reguladores deberían tener en cuenta el necesario equilibrio entre calidad de auditoría, consistencia e innovación, proporcionando a las firmas la flexibilidad para aplicar los estándares de control de calidad siempre que la calidad mejore o al menos se mantenga.

10.- Evolución del informe

Los auditores se muestran receptivos a explorar las nuevas posibilidades en cuanto al análisis y la movilidad de los datos y la idea de auditoría continua. No obstante la consistencia de los estándares resulta importante para las empresas internacionales. Estos entes internacionales deberían también reconocer la diversidad de estadios evolutivos en los que se encuentra la auditoría en los diferentes países y reflejarla en sus estándares de manera que sean aplicables a entidades de todos los tamaños.

En España, y con datos del Instituto de Censores de Cuentas de junio de 2017, existen un total de 55.748 auditores.