Los factores medioambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG) se han convertido en un componente vital para los negocios, con un creciente escrutinio sobre las empresas para que alcancen objetivos relacionados con la sostenibilidad. ¿Quieres descubrir cómo aportar valor a su estrategia ESG a través de los últimos avances fiscales y de ESG globales? Acompáñanos en nuestro análisis.

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Las políticas ESG tienen cada vez más peso en las estrategias empresariales y las decisiones de inversión. En la actualidad, las empresas se han fijado como objetivo la reducción de las emisiones de carbono. Además, muchos gobiernos a nivel mundial se han comprometido a establecer objetivos para la economía con el fin de avanzar hacia las cero emisiones.

Para las empresas sería muy beneficioso comprender el papel que desempeña la fiscalidad a la hora de añadir valor a estos objetivos. Por ejemplo, muchas compañías ya están pagando los costes de los impuestos medioambientales existentes. Comprender cuáles son estos costes y por qué afectan a las empresas, puede ayudar a definir estrategias más claras dirigidas a disminuir tanto estos costes como, en consecuencia, el impacto medioambiental de su organización.

“Estos impuestos son, en su mayoría, costes de explotación ordinarios sobre los insumos de las cadenas de suministro, incluidos el plástico, los vertederos, el uso forestal, el transporte, la energía y, por supuesto, las emisiones de carbono. Y se avecinan más impuestos. No es ya solo el Impuesto sobre Envases de Plástico no reutilizables, el impuesto sobre grandes superficies comerciales o la tasa turística sino la propia implementación completa del CBAM el cual tendrá un impacto directo en las importaciones en territorio de la UE.

En qué medida una empresa puede asumirlos o no, depende de la previsión, la posición y el poder de la propia compañía dentro de la cadena de suministro y la gestión de su propia competitividad”. Germán Rodrigo, socio responsable en España de Tax ESG de Grant Thornton.

Esto es más evidente en industrias como el transporte o la fabricación pesada, pero también se aplica a cualquier entidad que realice inversiones de forma activa, como los bancos, el capital de inversión y los fondos de inversión. Para estas entidades, es vital que todos los modelos y previsiones de inversión tengan en cuenta cualquier carga fiscal medioambiental futura sobre las organizaciones en las que se invierte.

Con este examen prospectivo, la fiscalidad puede añadir un valor significativo por el simple hecho de comprender lo que va a afectar a la base de costes y aplicar el cambio si ese impacto es notorio. Sin embargo, los responsables fiscales también deben implicarse en las cuestiones ESG a un alto nivel organizativo para impulsar el cambio necesario y demostrar el valor de este análisis prospectivo centrado en la fiscalidad.

Productos sujetos a nuevos impuestos medioambientales

El carbono ya es una prioridad para los gobiernos y es probable que lo siga siendo en mayor grado en el futuro. Por ejemplo, el Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono (MAFC) de la UE es una tasa fronteriza que inicialmente se centra en una lista de productos considerados grandes emisores de carbono, como el hierro, el acero, el cemento y determinados fertilizantes y otros productos químicos.

El impuesto recaudado en la frontera se basará en la diferencia entre el impuesto sobre el carbono realmente soportado y el que se habría sustentado si el producto se hubiera fabricado en la UE. Los importadores deben registrarse en el MAFC a partir de octubre de este año, y los impuestos empezarán a pagarse a partir de 2026. 

La Comisión Europea calcula que el MAFC recaudará entre 15.000 y 20.000 millones de euros anuales en los primeros años. La clave para las empresas es saber si estarán sujetas directamente a este impuesto o si se le repercutirán los costes. 

Algunos países han creado impuestos directos sobre el carbono a nivel estatal más allá del MAFC establecido por la UE. Por ejemplo, Singapur se ha fijado el objetivo de alcanzar las emisiones netas cero en 2050, lo que llevó a introducir el régimen fiscal sobre el carbono en 2019. La tasa actual es de 5 dólares por tonelada de emisiones de gases de efecto invernadero, pero está previsto que aumente y podría alcanzar los 80 dólares por tonelada en 2030.  

“El impuesto sobre el carbono ha provocado un aumento del coste de la vida en Singapur. En particular, se espera un incremento de las tarifas eléctricas. El Gobierno ha concedido subvenciones a determinados hogares para financiar la compra de equipos energéticamente eficientes. En cuanto a las multinacionales directamente afectadas, muchas son conscientes del coste adicional de hacer negocios en el país”. Eng Min Lor, socia de Servicios Fiscales de Grant Thornton Singapur

La Autoridad Monetaria de Singapur también ha estado instando a las instituciones financieras a adoptar prácticas respetuosas con el medioambiente y a integrar la sostenibilidad en sus operaciones. Como resultado, muchos bancos con sede en el país asiático han anunciado planes de apoyo al desarrollo sostenible y a la transición a una economía con bajas emisiones de carbono, por lo que han abandonado su exposición a la financiación no verde, como las centrales eléctricas de carbón. En su lugar, se han centrado en proyectos de energías renovables, edificios ecológicos y el desarrollo de infraestructuras sostenibles. 

Otro país que ha aplicado medidas similares es Chile que cuenta con tres impuestos sobre las emisiones de fuentes móviles y fijas, implantados en 2014, 2016 y 2020 respectivamente. La última modificación, que ampliaba el alcance de las entidades sujetas a estos impuestos, entró en vigor este año.

“Este año está previsto presentar un proyecto de ley para aumentar gradualmente el impuesto sobre las emisiones de CO2, y se introducirá un nuevo régimen de compensación de emisiones para ofrecer beneficios e incentivos a las empresas que opten por utilizar combustibles menos contaminantes”. Nicolás Alegría, socio líder de Consultoría Tributaria de Grant Thornton Chile  

¿Cómo influirá el MAFC en la economía mundial?

En casos aislados, el MAFC de la UE puede ayudar a determinadas economías que ya cuentan con impuestos sobre el carbono. Cuantos más impuestos sobre este elemento químico se hayan pagado antes de que un producto llegue a la frontera de la UE, menor será el arancel que tendrá que pagar.  

“Desde el punto de vista de la industria siderúrgica británica, por ejemplo, puede darse el caso de que las exportaciones a la UE empiecen a resultar un poco más competitivas, dado que Reino Unido ya soporta una carga fiscal relativamente elevada por el carbono. Pero el impuesto sobre este elemento químico se ha soportado y es muy posible que se repercuta a través de la cadena de suministro, simplemente se ha abonado en otro lugar en vez de en la frontera de la UE”. Dan Dickinson, Partner, Tax, and ESG and Tax lead, Grant Thornton UK

Con el tiempo, algunas organizaciones podrían tratar de impulsar la coordinación mundial en este ámbito, como ya ha hecho recientemente la OCDE. Esto plantea la cuestión de si se producirá un avance a largo plazo hacia la armonización, dada tanto la importancia que conceden a esta cuestión los gobiernos mundiales, como el potencial de competencia en políticas fiscales y los efectos inflacionistas.

Explorar el horizonte en busca de más valor

A la hora de considerar el impacto de la fiscalidad sobre los criterios ESG y el valor que puede añadir, es muy necesario que las organizaciones analicen el panorama global de manera exhaustiva. Conocer bien qué políticas de los países afectarán a la base de costes directos de las empresas, qué costes repercuten en los proveedores o incluso la base de costes de las entidades en las que invierte le permitirá desarrollar una estrategia mucho más sólida y coherente en materia de fiscalidad y ESG. Hay que entender las cadenas de suministro y vigilar de cerca hacia dónde parecen dirigirse las políticas en los países clave relacionados con esas cadenas de distribución.

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“Estos impuestos son, en su mayoría, costes de explotación ordinarios sobre los insumos de las cadenas de suministro, incluidos el plástico, los vertederos, el uso forestal, el transporte, la energía y, por supuesto, las emisiones de carbono. Y se avecinan más impuestos. No es ya solo el Impuesto sobre Envases de Plástico no reutilizables, el impuesto sobre grandes superficies comerciales o la tasa turística sino la propia implementación completa del CBAM el cual tendrá un impacto directo en las importaciones en territorio de la UE. En qué medida una empresa puede asumirlos o no, depende de la previsión, la posición y el poder de la propia compañía dentro de la cadena de suministro y la gestión de su propia competitividad”.
Germán Rodrigo Socio de Legal y Fiscal. Grant Thornton ESG Tax Group

La fiscalidad influye en todas las facetas de la estrategia ESG de una compañía, y este tipo de enfoque proactivo le permitirá añadir el máximo valor posible desde el punto de vista fiscal. Cuanto más se impliquen los responsables fiscales en las cuestiones ESG, antes y mejor podrán influir en ellas.

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